
Una de las tradicionales preguntas de los alumnos es cuando se fundó la Unión Europea. Para muchas personas, la Unión es una institución que siempre ha existido de una forma u otra. De hecho, falta ya poco para que ciudadanos de la Unión mayores de edad hayan vivido toda su vida con el euro, y ya no se acuerden de las viejas monedas europeas. Pero esto no quita que la UE es algo bastante reciente comparado con los siglos y siglos de historia de la vieja Europa.
Podríamos discutirnos sobre el momento fundacional de la actual UE tal y como la conocemos, con su fincionamiento y competencias, pero debemos ir algo más allá si quieres responder de forma adecuada a la pregunta de cuando se fundó la Unión Europea, básicamente, porque es una institución que ha sufrido tantos y tantos cambios de forma muy rápida que deberiamos anticipar diferentes fechas para cada «fase» de su evolución.
Concretamente, en 1951 Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos, fundan la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en París, llamada popularmente CECA, que iniciaba una especie de unión aduanera basada en lo que pocos años había sido el Benelux, la unión aduanera de Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos. La CECA es de hecho la fecha oficial del inicio de la que hoy es la Unión Europea. También podemos hablar de la «Declaración Schuman» como un documento fundacional, y que abogaba por la creación de una estructura supranacional de gobernanza europea, es digamos el germen de la UE. Otros historiadores marcan el inicio de la Unión Europa en el Tratado de Roma del 1957.
El futuro de la Unión Europea
Pero una vez resulta la pregunta de cuando se fundó la Unión Europa, podemos hablar un poco sobre si situación actual. La Unión Europea es una de las instituciones más complejas y fascinantes que existen en la actualidad. Agrupa a diferentes países de Europa en una especie de estructuras políticas y económicas, que restan soberanía a estos Estados, a la vez que proporcionan derechos, leyes y garantías a los diferentes ciudades de estos países. En los últimos años el llamado «proyecto europeo» no ha pasado por su mejor momento. Con la llegada de la crisis, las estructuras económicas de la Unión se pusieron al límite, y le quitaron la mascara a una UE más preocupada por el capital y la economía que no por sus ciudadanos.
De esos lodos, se fue fraguando lo que hoy se llamada «euroescepcisimo», que no deja de ser una corriente política por la que en el interior de algunos países de la UE se quiere rebajar el control europeo y volver a un cierto aislacionismo. De hecho, no deja de ser paradójico que si hasta principio de este siglo se buscaba una integración mayor, ahora mismo el proyecto europeo esté totalmente parado, a la espera de mejores días, y de hecho, perdiendo credibilidad por sus actos. No solo en le terreno de la economía ha venido estas opiniones en contra, más allá de la terrible gestión de la crisis financiera, también han aflorado problemas en el aspecto de principios.
La UE se había presentado en el mundo como la exportadora de los valores humanos y la democracia. Ante gigantes económicos como la China, Estados Unidos o Rusia, la UE pretendía ocupar situación de influencia a través de los derechos humanos y la democracia, pero esto se vio visiblemente empañado por la no gestión de los refugiados llegados de Siria, así como los problemas de deterioro de calidad democrática en países como Polonia, Hungría o España, que están en pleno proceso de regresión de derechos humanos y calidad democrática sin que la UE haga nada por impedirlo, más bien, emplea la política de no entrar en asuntos internos, fomentando aun más la sensación para los ciudadanos que no es una entidad dónde refugiarse en busca de ideales más amplios, más bien ese club de Estados que buscan sus propios intereses sin contar con la ciudadanía.
De hecho, fue el proceso de la redacción de la Constitución Europea la que dio el frenazo a la integración europea. Esta constitución se hizo con dudosa participación de la ciudadania, y era más un compendio de tratados entre los Estados, que no una carta magna a partir de la que progresar. Tampoco hay que engañarse demasiado, la UE nació como la Unión de estado, y de eso no ha conseguido salir, ya que por otra parte sería complejo que lo llegara a hacer, es quizá, el más integrado y complejo «club» de Estados que existe.