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El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices. Nietzsche

Una de las principales obsesiones de nuestra vida moderna es justamente la búsqueda incansable de la felicidad. El llamado hedonismo y la satisfacción personal se han colado entre los objetivos vitales de las personas, y esta búsqueda constante de estímulos y felicidad lleva a una gran parte de la sociedad a la más grande de las decepciones.

Además, la felicidad y sus diferentes estímulos deben ser inmediatos, no hay tiempo para postergarlo, para esperar, debemos sentir felicidad y estar al máximo en cada instante de nuestra vida, de forma constante. Es muy agotador, y nos boicotea de forma total y absoluta, sacándole todo el valor a otros momentos de felicidad de menos intensidad que si podemos tener de forma más inmediata.

Pero volviendo a nuestras cosas, la frase de Nietzsche es quizá una de las más importantes que podemos encontrar en su pensamiento sobre la felicidad y que se adapta como anillo al dedo a nuestra sociedad actual.

Una de las primeras cosas que debemos tener claras es que la felicidad no es continuada, que podemos tener pequeños momentos (¡incluso grandes momentos!) pero que son fútiles y al cabo de unos pocos minutos, a lo sumo horas, volvemos a la más terrible de las rutinas, y ese efecto tan gratificante en nosotros ha pasado a mejor vida, se ha esfumado rápidamente.

Es entonces cuando nuestra obsesión despierta, y debemos buscar otro momento de felicidad para llenar el vacío que tenemos, para volver a sentir. Cada vez los momentos serán más cortos, incluso llegarán a ser simples instantes.

No deja de ser curioso este comportamiento humano, porque es claramente un esquema muy relacionado con las adicciones y las depresiones. Quizá haya algo de esto sin que nos demos cuenta.

La cuestión principal aquí, es que nuestra propia tranquilidad de espíritu se ve altamente afectada por la forma en que encaramos esta búsqueda de la felicidad. No se trata de renunciar a la felicidad para no tener que sufrir las adversas consecuencias de su búsqueda, más bien, simplemente, asumir los costes de estas acciones, y, por tanto, sentirnos mucho más libres para interactuar con nuestra sociedad.

Gracias a esta frase de Nietzsche podemos analizar más cosas sobre nuestra existencia vital.

Por ejemplo, si recapacitamos sobre nuestra propia vida, podemos llegar a pensar que si, que tuvimos épocas muy felices, y que ahora ya no lo son, que siempre en el pasado estuvimos mejor que en la actualidad, pero si rascamos un poco en estas afirmaciones, nos percataremos de forma mucho más rápido de lo que podríamos llegar a pensar, que esas “épocas felices” que recordamos, más bien son el conjunto de muchos momentos felices, y que en el fondo, nuestra memoria ha ido eliminando (o escondiendo) los malos momentos, haciendo que en perspectiva nos creamos seriamente que fue una de las mejores épocas.

Es un comportamiento totalmente humano el eliminar los malos momentos de nuestra mente, y quedarnos solo con los buenos.

El paso del tiempo acaba haciendo sus cosas, y al final, nos deja solo en la cabeza aquella idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Pero no mezclemos frases, para felicidad eterna de Nietzsche, rasquemos un poco más en sus elucubraciones:

Normalmente cuando somos mayores recordamos nuestra juventud como una de las épocas más felices de nuestra vida, incluso el primer amor es un recuerdo totalmente dulce de nuestra historia vital.

Si preguntamos a nuestros padres, nos explicaran los dramas continuados por cualquier cosa de la escuela, la depresión de caballo y los lloros que teníamos cuando nos dejó nuestro primer amor.

En fin, un montón de cosas que de golpe vienen a nuestra memoria y nos hacen ver que quizá aquella época no fue tan feliz como pensamos.

Por eso, la fórmula secreta es simplemente acordarnos de los momentos felices: el primer beso, aquel momento divertido en el patio del colegio… etc.

Aquellos momentos que constituyen el marco ideal para que, aunque no lo sea, recordemos con nostalgia y de forma agradable tiempos pasados y remotos. Hechos relevantes que nos explican quiénes somos y como somos.

De cara al futuro. ¿Qué debemos hacer? Pues es fácil, si queremos conseguir épocas bien felices, primero de todo debemos entender que eso no será así, y por tanto sacarnos de encima la losa y presión de que cada instante de nuestra vida sea memorable.

Más bien, debemos tener en cuenta que se trata de buscar momentos de felicidad, y, por tanto, nuestro objetivo deberá centrarse justamente en ese aspecto, en buscar en cada momento pequeños instantes de felicidad, y asumir, sin frustración, que los demás momentos no serán del todo felices, o al menos, no los recordaremos.

Pero quizá el gran poder de esta pequeña píldora en forma de frase es justamente el significado contrario. Si sabemos que en el futuro recordaremos con nostalgia casi todas las épocas de nuestras vidas, nos podemos tomar con mucha más calma y tranquilidad aquellos momentos malos que se nos puedan presentar ante nosotros.

No hay que haber leído mucho al bueno de Nietzsche para hacernos nuestra aquella frase popular de que el tiempo lo cura todo, y justamente, ese dicho popular.

Se trata, por tanto, de buscar los momentos de felicidad que nos harán recordar épocas mejores a la actual, a la vez que dejar de lado y superar rápidamente los malos momentos, de esa manera tan simple, conseguiremos una felicidad más plena, una desgracia más llevadera y quizá una mente más saludable.